jueves, 8 de enero de 2015

Sweeney Todd parte 2

Quisiera ahora enfocarme más en la parte musical de la película.

El autor es el compositor americano Stephen Sondheim, quien es posiblemente la figura creativa más importante del teatro musical en estos tiempos. Sondhiem hizo una excelente labor en la creación de Sweeney Todd (primero con el musical), con un score que permite moverse libremente entre la evolución dramática de la historia.

Para la versión cinematográfica, como es común, se tuvo que reducir la duración original de la historia, recortando los números musicales y haciendo ajustes melódicos aquí y allá. Este brinco del escenario a la pantalla no siempre es delicado y muchas veces los productos originales llegan a sufrir contratiempos al momento que ven recortada su esencia original (o cuando se les escriben canciones nuevas, completamente incoherentes). En el caso de Sweeney, el trabajo de adaptación se nota meticuloso y si bien hay un par de cositas que quedaron en el aire, en general la música no sufrió grandes contratiempos.

Para mí, la selección de canciones fue acertada, tanto lo que se incluyó como lo que se dejó de lado. Piezas como: “Kiss Me”, “Ah, miss” o “Ladies in their sensitivities” son poco necesarias para la manera en que se resumió el texto (que en realidad no fue tanto) y sinceramente, son números de personajes que a nadie causan mucho interés en la cinta.

A parte de estos cortes de números completos, hay números que tuvieron su propia despuntada. “A Little Priest” es quizá la más recortada ya que son más de 2 minutos menos de pieza (si el número les pareció largo en la película, escuchen el original). Nuevamente, creo que fue una decisión sabia. En lo personal me encanta “A Little Priest”, puede no ser uno de los mejores números productores de la historia, pero tiene un toque de comedia negra y cinismo que son maravillosos. Sin embargo, no funciona completo para la cinta, en dónde el tono irónico se disminuyó al mínimo y agregar un número tan largo con un nivel de energía intermedio (y el mismo chiste una y otra vez), hubiera resultado tedioso. Todo está en el medio de comunicación que se use.

Creo que mi principal conflicto con la estructura musical de la cinta es la inversión de orden que hicieron entre “Johanna” (el cuarteto) y “God! That’s Good!”. Para mí sí es un big deal y les explico mis razones: la forma en la que está estructurada la obra es, como en todo musical, una consecuencia de la evolución dramática del texto y a pesar de las adaptaciones que tiene el texto para su versión de cine, no creo que funcione del todo la inversión de los números, ya que me causa un conflicto de narrativa.

El cuarteto es un momento de discursos monologados de los personajes en los que comienzan a “resolverse” sus viajes emocionales, llegan de punto A (inicio) al punto B y el resto del show es ellos llegando a un punto C, el cual ya no es una resolución personal, sino de redención/castigo. Originalmente, este número es el encuentro y la entrega del personaje con su objeto de deseo inicial: en él, Anthony encuentra a Johanna, Lucy (aún The Beggar Woman) descubre lo que hacen Todd y Lovett, y Sweeney decide rendirse ante la idea del encuentro con su hija, acabando con la poca humanidad que le queda al personaje. Dentro de la curva de personaje de Sweeney Todd, este punto es cuando él pierde el sentido de sus motivaciones originales y cambia de “vengador” a “asesino”. Gran parte de este cambio es la llegada de la silla, el nuevo “amigo” de Sweeney (recordemos que así es como le llama a sus navajas) durante el número de “God! That’s God!” que es en realidad una celebración del éxito de la tienda de Lovett, en una grotesca y oscura analogía al placer que obtiene el ser humano tras canibalizar a otros en beneficio propio. Para mí, ligar la silla de Todd con este discurso tiene mucho más sentido; sin embargo, en la versión de Burton el orden de estos factores está cambiado radicalmente.

De entrada, en la película, la silla la construye el mismo Sweeney en un montaje musical sobre el leitmotiv del musical. En el musical, la silla es llevada a Sweeney durante el número de “God! That’s Good!”. Si bien la elección dramática de Burton es un detalle muy significativo, ya que ayuda a explotar y a develar características internas de su Sweeney, esto altera el desarrollo dramático del personaje (ni para bien, ni para mal) y afecta ultimadamente su papel dentro de los números musicales.

En la versión musical, primero viene “God! That’s Good!” para proveer a Sweeney de su último objeto de poder y comenzar su proceso de deshumanización, el cual vemos escenificado durante el cuarteto “Johanna” (de hecho es textualmente el discurso del número). En la versión de cine damos un salto gigantesco en de deshumanización de Sweeney con la construcción de la silla y posteriormente con el número del cuarteto, sin embargo, cuando llega el número de “God! That’s Good!” segundos más tarde, para mi es difícil entender un verdadero rol por parte de Sweeney en el tramado dramático…
Es decir, entiendo la fórmula que se está siguiendo: primero la silla y Johanna para justificar “de dónde” provienen los pies de “God! That’s Good!”, pero la progresión dramática de la música me parece un poco extraña, se ve como un pequeño bache, como un retroceso, que en esencia es eso, pues los números fueron diseñados para usarse a la inversa.

Las voces no son un gran acierto. Si bien ninguno de los actores tiene un desempeño realmente pobre en la interpretación de sus piezas, es un hecho que el elenco no tiene un entrenamiento vocal completo (excepto tal vez Laura Michelle Kelly, quién irónicamente es la que menos canta) sino que se tomó en cuenta primordialmente sus cualidades actorales. No me parece mal, de hecho es lo común en el cine, pero siempre queda esa añoranza de escuchar una pieza de Sondheim cantada como Dios manda. Lo que me agradó de este elenco en particularidad es su naturalidad en un género que, por si mismo tiende a lo surrealista (la gente no canta sus problemas de esa manera en la vida real).
Esto sí me parece un gran acierto, especialmente cuando nos enfrentamos a productos cinematográficos musicales en que la transición de los actores del diálogo a la música es muy torpe (como en Mamma Mia!) o que se vean incómodos en pantalla por el hecho de estar cantando (Russell Crowe en Los Miserables).

Finalmente, si no eres de ver sangre ni te gustan los musicales, aléjate, porque es mucho de ambas cosas. En lo personal encuentro la película maravillosa y se las recomiendo ampliamente. Sólo una advertencia: la cinta te deja con una sensación extraña en el estómago (mitad por el tipo de película, mitad por ser un producto de Sondheim), es complicado explicarlo, pero cuando la veas lo notarás.



Ficha técnica:
Sweeney Todd: the demon barber of fleet street (2007)
Dir: Tim Burton
Prod: John Logan
De: John Logan, Thomas Stevenson (screenplay) / Stephen Sondheim, Hugh Wheeler (musical)
Warner Bros.

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