martes, 2 de junio de 2015

The Seven Year Itch

O “La Comezón del Séptimo Año” una de las más famosas películas de Marilyn Monroe. En motivo de su mes de cumpleaños (Junio), he decidido dedicar mis próximas entradas al legado de esta actriz icónica del cine estadounidense.

La película es una versión cinematográfica de la obra homónima de George Axelrod y estuvo coprotagonizada por Tom Ewell, quien repetiría el mismo personaje que él mismo originaría en Broadway.

Antes de entrar en detalles de la película, es importante hacer referencia a la influencia cultural de esta, ya que es “The Seven Year Itch” el film que originó la imagen más popular de Marilyn Monroe: el vestido blanco que se levanta con el paso del subterráneo.



La cinta es una forma de comedia ligera, pero inteligente que recurre a una forma de humor cuasi-sexual, sin caer en la vulgaridad explícita. El sexo y la atracción fatal son las premisas básicas de la cinta (y del verdadero término psicológico), exaltando principalmente la rutinaria vida marital en contra de la emoción de la aventura sexual. Posiblemente sea esta la razón por la cual, dentro de su cualidad de símbolo sexual, este es uno de los personajes más importantes de la carrera de Monroe.

A nivel narrativo, la historia tiene una ejecución excelente. El ritmo al que avanza la historia es el adecuado para no ser demasiado rápida, ni muy aburrida, algo que fácilmente puede pasar con un texto que mayormente presenta interacción entre sólo dos personajes. Como la mayoría de los textos concebidos para una dimensión teatral en su esencia básica, tiene ciertos declives energéticos cada cierto tercio de la historia (lo que serían los tres actos clásicos de la dramaturgia). Sin embargo, estos momentos no entorpecen la dinámica en la escena, sino que crean breves paréntesis para la audiencia, evitando que la cinta resulte exagerada.

Las actuaciones merecen un espacio especial, pero no necesitan ninguna introducción. Ewell moldea a la perfección el personaje de Richard  Sherman: un hombre promedio de mediana edad, padre de familia, con vicios propios y una moralidad un poco frágil... quizá porque el mismo Ewell no estaba tan lejos de su personaje. Primeramente, el perfil es ideal, el poco atractivo físico de Ewell (aún en los años 50) a la par de su aire torpe, establecen la antítesis perfecta de la imagen que Sherman quiere crearse de sí mismo: un cazanova con magnetismo animal y, a la vez, contrasta con el sex-appeal exuberante que ejecuta Monroe; diseñando un juego dramático en el cual el mismo público reconoce que ella está fuera de su alcance (bajo cualquier situación), pero sus intentos vanos son la fuente de la comedia.



La capacidad de pautas y ritmo tanto en la comedia como en el desarrollo del personaje es la cualidad más sobresaliente de Ewell, algo en lo que incluso es superior a Monroe. Él es quien lleva la batuta del desarrollo dramático al clímax y marca la pauta una conclusión exitosa.

Por su parte, Marilyn tiene una magia personal que es difícil de explicar. Tal vez sea talento innato, tal vez un savoir-faire discreto, pero su manejo de la cámara y de la mirada del expectador es algo único. Si bien de forma histriónica, Monroe no desdobla tanto como lo hace Ewell, ella sola puede comandar la atención de la audiencia y colocarla en dónde sea más necesario: en ella, en Ewell, en la tensión dramática o la comedia.




La sensualidad con la que Monroe interpreta a la chica es, y sabemos que no hace falta hablar al respecto de la sensualidad Monroe, una delicia. Incluso con todo su manejo de la sexualidad escénica, Marilyn marca las pautas adecuadas para dosificar esa sensualidad, según vaya siendo natural en el personaje, nunca quedando corta, nunca llegando más allá de lo necesario.

Marilyn construyó una carrera completa con base en ese mismo personaje: “the dumb blonde” y si bien la chica es una manifestación más de la fórmula Monroe, son los pequeños matices del personaje los que evitan el tedio de la interpretación.




Es una verdadera lástima que en su momento, el escándalo mediático y la censura cinematográfica no permitieran que el film mostrara la escena del subterráneo en toda su gloria, pues esto hubiera llevado a la cinta a un nuevo nivel de popularidad. Por ello, si bien esta es la secuencia más famosa de la cinta, es la secuencia del primer encuentro la que tiene la mejor ejecución. La dinámica entre Sherman y la chica mientras se están conociendo, su ligera tensión al piano y la convivencia con papas fritas y champaña son momentos “flawless” en la cinta, en que todos los elementos de producción, ritmo e interpretación se conglomeran para crear un producto sin errores. El resto de la cinta tiene una excelente ejecución, es cierto, pero ya no alcanza nuevamente el nivel de perfección que logró esta secuencia temprana.




Con su calidad de crossover entre el teatro y el cine, las viñetas divertidas de la imaginación de Sherman y una clara y ventajosa alevosía a la misma Marilyn Monroe en el texto, The Seven Year Itch es sin duda una de las más grandes comedias del cine americano (la AFI la clasificó como la #51 de 100 en el año 2000) y una adición a la cultura popular que es casi una referencia obligada cuando se habla del cine, la comedia, la era de Hollywood o Marilyn Monroe. Esta está definitivamente en mi lista de películas favoritas con un gran 10 de Palomitas Jumbo y son de las pocas cintas que existen que puedo ver sin que se desgaste mi entusiasmo.

Ficha técnica:
The Seven Year Itch (1955)
De Billy Wilder
Guión: George Axelrod (original), Billy Wilder (screenplay)
20th Century Fox

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